TRAGEDIAS ALGORÍTMICAS

► Ensayo escrito por Axel Uriel González Pérez, artista visual. Maestro en Arte Conceptual y Guion Gráfico. Representante del colectivo Arte es Ética en México.


«Espero una tormenta y,
después de ésta,
espero la repetición»
La repetición, Sören Kierkegaard1

«Si la eternidad no morase dentro de nosotros,
no podríamos desesperar; pero si la desesperación
pudiese destruir al yo, ya no habría desesperación»
Tratado de la desesperación, Sören Kierkegaard2

Ilustración de Axel Uriel González Pérez

PRÓLOGO

Sören Kierkegaard (1813-1855), filósofo y teólogo danés, desarrolla lo que para muchos estudiosos serían los primeros pasos del existencialismo: filosofía enfocada en el individuo, la naturaleza, las emociones y el significado de la vida. Durante algunas de sus primeras obras: “Temor y temblor” y “La repetición” (publicados el mismo día) y posteriormente “El concepto de la angustia”, Kierkegaard propondría que los seres humanos habitamos tres estadios: el estadio estético, ético y el religioso.

En el estadio estético se propone que el ser humano vive para las apariencias y lo externo; la felicidad que el hombre aspira encontrar mora fuera de él y en la falta de compromiso hacia lo que pueden ser las consecuencias de sus actos.

Para llegar a esta conclusión Kierkegaard desarrolla el concepto de la inocencia y la angustia, donde plantea que los seres humanos tenemos la capacidad de vivir en la inocencia mientras reposamos; se genera «un estado de paz y reposo».3 Es en esta nada, en este descanso, que esa paz da luz a La angustia. Kierkegaard plantea que en este momento, la angustia se presenta para el individuo como «El vértigo de enfrentarse al abismo de las posibilidades y la responsabilidad de elegir entre ellas.»4 Todos podemos sin duda reconocer algún momento en nuestra infancia donde la posibilidad de escoger un sabor de helado por otro nos deja varios minutos pensando, para finalmente elegir y descubrir que tal vez hubiéramos tomado otra decisión. Es este ejemplo, tal vez banal, en el que sin saberlo nos enfrentamos a la angustia.

A medida que crecemos, la inocencia y la angustia que prosigue empiezan a desaparecer, en apariencia; conocemos las consecuencias de nuestros actos para nosotros y para los demás; poco a poco comenzamos a ser prudentes y temerosos en igual proporción. Para los que somos artistas, el ejemplo de lo anterior puede llegar en la primera vez que mostramos nuestras obras siendo niños: si el resultado ha de agradar a nuestros padres hemos de ganarnos un lugar en la pared familiar donde premios, fotografías familiares y ahora nuestra obra puede ocupar un lugar, y con ese lugar, el reconocimiento al trabajo bien hecho. O, por el lado contrario, puede ganarse una reprimenda pues tal vez en el hogar la valoración al arte no puede ocupar el mismo espacio que el trabajo “real”. Ejemplos como este hay muchos y, tanto si lo sabemos como si no, nuestra vida se vuelve una obra de arte. Somos alabados o censurados en función del resultado, de lo que se logra o no, de aquello que llega a nosotros y de lo que perdemos.

«Si quien va a obrar pretende juzgarse antes a sí mismo por el resultado, no comienza nunca. Si el resultado alcanzado podrá o no llenar de júbilo al mundo es algo que no se sabe de antemano, pues no logrará tal conocimiento hasta que el acto haya sido consumado, y con todo, no será esto lo que se convertirá en héroe, sino el haber sido capaz de empezar.»5

El ansia y el temor de repetir un éxito o evitar el fracaso se condiciona en la mayoría de los casos por el capital que es capaz de atraer. Con este premio en mente, se requiere de nosotros plantearnos retos que sean desafiantes; se espera que apuntemos a alturas más allá de nuestro alcance y bajo niveles de excelencia que parezcan imposibles; si la obra logra conmover al público se espera que el autor sea capaz de “repetir” el mismo éxito con la obra futura. En caso contrario, si el obrante liberara al mundo un algo que no cumpla o sea del agrado del capital; se le recuerda que es más sencillo “repetir” el éxito pasado, se le da, tal vez, una segunda oportunidad y se le notifica que de no lograr ser reconocido, entendido o premiado puede que lo mejor sea retirarse y vivir de las glorias pasadas.

Mediante el ofrecimiento de ayuda para alcanzar la felicidad que el éxito contiene, el capital presenta siempre nuevas herramientas (físicas o narrativas) al alcance de todos y cuya única moneda de pago es el sacrificio que estemos dispuestos a ofrecer: tiempo, dinero, valores, o todos por igual. Así pues, el Capital nos promete que, con el pago adecuado, repetir lo vivido por nosotros o por otros es posible y, por lo tanto, no es necesario hacernos responsables de las consecuencias de nuestros actos.

Para Kierkegaard, sin embargo, solo las cosas que se recuerdan suceden igual, pues se recuerda de manera retroactiva. La auténtica repetición quiere decir que «la existencia, esto es, lo que ya ha existido, comienza a existir ahora de nuevo».6 Al aceptar esta verdad es que por fin pasaremos al estadio ético, donde el deber y el entendimiento de las consecuencias que nuestras acciones pueden tener se hace presente. 

Este estado sólo puede llegar cuando dejamos de buscar en la inmediatez, cuando dejamos reposar la existencia y escuchamos. Es a través de esta lentitud que podemos ver con claridad lo que la velocidad impide ver, lo que la imprudencia nos oculta y lo que el ruido y la furia nos quita.

Actuamos en premura, pues la angustia que sentimos tiene que ser callada lo antes posible. Pero lo que Kierkegaard propone no es actuar a premura, sino que para llegar al último estadio, lo que necesitamos es intercambiar desesperación por esperanza y angustia por confianza en lo que vendrá a través de aceptar la repetición: la reconciliación y la recuperación de uno mismo, la realidad y la variedad de la existencia.


1:
LOS VATICINADORES  DEL ÉXITO.

«Lo hermoso es horroroso y lo horroroso es hermoso».7 Es una de las primeras frases de la tragedia de Macbeth, de William Shakespeare, que nos permite, en su ambigüedad, entender que los valores en la vida pueden invertirse y que en las apariencias yace la trampa hacia el individuo. 

En la obra de Shakespeare, Las Nornas, deidades mitológicas europeas que se presentan como tres mujeres, le contarán durante distintos momentos a Macbeth «lo que ha ocurrido, lo que sucede ahora y lo que debería acontecer». Todas interpretaciones a medias, pues a diferencia de estas deidades, Macbeth y el resto de personajes no son capaces de conocer “todo”. Son inocentes, pues desconocen cómo han de suceder los acontecimientos y las consecuencias que traerán.

En la vida moderna, los dueños del capital han transformado a Las Nornas en publicidad y marketing. La magia plasmada en la literatura se intercambia por estadística, matemática y, ahora, en complejos algoritmos predictivos a los que llaman inteligencia artificial generativa. Lo que no cambia son las narrativas a medias y las verdades no reveladas por completo que nos hablan sobre posibles éxitos, victorias sobre la naturaleza, sobre los cuerpos y sobre los otros. Sin embargo, al igual que en la obra, estos nuevos avatares son fugaces y sin sustento. 

«Por el aire y lo que corporeo parecía como aliento en el viento se disolvió».8


2:
LAS PROFECÍAS.

Así como a Macbeth Las Nornas lo saludan con la promesa de ser rey: «¡Salve, Macbeth, que pronto serás rey!»9, la mercadotecnia saluda a la sociedad con pruebas, hechos y ruidosas noticias que solo muestran la mitad de la historia de la realización. El Capital se transforma en falsas Nornas; a nosotros por nuestra parte se nos exige dejar de ser espectadores para convertirnos en extras, esperando que con la actuación correcta podamos elevarnos a actores principales.

Que ahora todos seamos extras esperando un ascenso a un rol principal puede sonar risible y con la posibilidad, incluso, de ser nombrado ignorante o inepto, pues si las herramientas —y por lo tanto el éxito y la felicidad— están en nuestro permanente alcance, solo alguien que no es humano rechazaría su posibilidad, la posibilidad de ser protagonista. Sin embargo, el sociólogo Zygmunt Bauman nos da un contexto de esta situación en su libro “El arte de la vida”:

«Antes de la llegada de la modernidad, la leyenda de “encontrarse con el destino” estaba limitada casi exclusivamente a los artistas; (…) fueron casi las únicas personas que consiguieron elevarse por encima de su baja condición para terminar cenando con príncipes y cardenales, si no con reyes y papas.»10 

Según esta narrativa, sólo los representantes de Dios en la tierra: las instituciones religiosas y las monarquías (dueños del capital) que rigen a los pueblos, unas por ser “la voz de Dios” y las otras “derecho divino”, tienen la facultad de canonizar a unos cuantos pintores, escultores, arquitectos, compositores, etc. 

La idea de alcanzar la “fama y la riqueza” queda relegada a lo divino, pues cualquier apelación que el hombre hace a sí mismo es sepultada. «Los santos de este culto al estrellato deben ser, al igual que todos los santos, admirados y erigidos como ejemplos, pero no imitados.»11 O eso era hasta ahora. 

La estructura que permite que solo unos cuantos se eleven a la fama es la misma que permite a Las Nornas tentar a Macbeth: la esperanza de que en la acción yace la única llave para la realización y la cerradura que su posición en la nobleza le tiene. Solo hay un paso entre la corona y él. Nosotros, como buenos actores de esta vida, aspiramos a movernos como Macbeth, como un protagónico y no un secundario o, en este caso, su compañero Bancuo.

Bancuo, quien al inicio de la obra comienza siendo un amigo leal de Macbeth, pareciera tener poca relevancia en la historia, pues incluso Las Nornas se refieren a él como «Menos que Macbeth, pero más grande»12. Esta interpretación es viable pensarla  por la prudencia que muestra: su lentitud al tomar decisiones demuestra su cautela frente a las profecías que pide para sí mismo a Las Nornas. Sin embargo, si Bancuo decide tomar distancia y dejar reposar las palabras es porque su momento ha de llegar después. Por algo le dicen «No tan feliz y mucho más feliz»13

A los actores de la vida se nos impone siempre estar actualizados en las últimas tendencias y, por lo tanto, se nos niega la capacidad de descansar. Se nos invita a creer que hemos agotado todo lo que los antiguos materiales y medios pueden dar, pues, contradictoriamente, hemos de aspirar a ser como Da Vinci y pintar una Última Cena , pero sabiendo que es imposible que usemos sus mismas técnicas y conocimientos para alcanzarlo, pues el resultado sólo  podrá llegar a parecerse, pero nunca superará esa cima que el italiano reclamó para sí. 

Si es a través de la lentitud que podemos ver con claridad, ahora la modernidad del siglo XXI nos empaña la visión con su incesante búsqueda de la inmediatez. Nos impone la celeridad para no distinguir entre revolución o barbarie, camuflando esta última con un espejismo tecnológico que promete elevación y solo ofrece destrucción. Para nosotros, los artistas de la segunda década del siglo XXI, dicho espejismo es la inteligencia artificial generativa. 


3:
LA IA GENERATIVA, ILUSIONISMO ESTADÍSTICO PARA ACCEDER AL ÉXITO.

La inteligencia artificial generativa desde su concepción mercadológica se presenta al público y a sus potenciales operadores como «la nueva y última oportunidad de potenciar la actividad creativa, acelerar la creación y eliminar la angustia que todo proceso conlleva.» Nornas algorítmicas que vomitarán resultados sobre «lo que ha ocurrido, lo que sucede ahora y lo que debería acontecer.»

Para cumplir dichas promesas estos algoritmos han de entregar predicciones: texto, video, audio, imagen, etc., que se acerquen lo más posible y en el menor tiempo a lo que los creativos de la vida aspiran a crear. Pero, a diferencia de Las Nornas que entregan a Macbeth certezas de los acontecimientos, estos algoritmos sólo pueden intentar acercarse probabilísticamente a lo que las tres Nornas representan: pasado, presente y futuro.

Para acceder al pasado y al presente del ser humano, la IA generativa devora cantidades ingentes de información, más de lo que humanamente es posible conocer. A estos conglomerados de información engullida, desde páginas web a conversaciones en redes sociales y otros medios en línea, se les denomina data set. Dichos conjuntos de datos son procesados por la máquina que transforma la información en números, los cuales pueden correlacionar en un espacio denominado “espacio latente”, un entramado digital donde estos algoritmos catalogan información y su interrelación a partir del lenguaje. Dicho de otra manera, se busca el resultado más probable a lo que el usuario comande por medio de instrucciones basadas en texto. Si bien esto puede asemejarse a cualquier biblioteca moderna, la cual selecciona, cataloga, archiva y pone a disposición del público información, existen grandes diferencias. Mientras las últimas nutren su acervo financiado, a veces por el Estado, otras veces por la comunidad, pero ambas puestas a disposición de la población, las obras de las que se nutre la máquina no pertenecen por voluntad propia al espacio latente, sino que llegan gracias al expolio masivo que estas empresas realizaron a todo el mundo y que ahora los usuarios perpetúan al utilizar estos servicios. Es dentro de este expolio que todo saber pierde su profundidad. 

Tampoco es caprichoso que estos algoritmos funcionen a través de interfaces de texto, pues las redes sociales se han encargado de cuantificar las formas; 150 caracteres han de convertirse en la medida en que los corazones han de gritar lo inconmensurable. A través de estas cajas de texto, los desarrolladores de IA generativa engañan al operador con la falsa sensación de control, la estadística «atiborra cientos de terabytes de datos y extrapola la contestación más probable»14 a los prompts que el usuario escribe. Es ese resultado ajeno al sujeto en su manufactura, en su inmediatez y su falso perfeccionismo técnico, que perpetúa las mismas condiciones por las cuales llegó a la máquina en primer lugar. 


4:
SOBRE LA LIMITACIÓN ALGORÍTMICA

El futuro que la IA generativa presenta es un futuro limitado en el que no se admite lo verdaderamente imposible y en el que el asombro del descubrimiento no existe, pues, como ya se dijo, solo se alimenta del pasado y del presente, y por lo tanto, el abismo de posibilidades del que habla Kierkegaard le es ajena al solo conocer lo estadísticamente ya sucedido.

A diferencia del futuro que esta tecnología ofrece, el futuro de Las Nornas es más cruel, pues si bien es certero y ofrece lo imposible como garantía, la falta de información, de contexto completo, es la que provoca la tragedia: 

«Ten el orgullo y temple del león y olvídate de quien conspira, o se agita o se queja. Macbeth no podrá ser vencido hasta el día en que el gran bosque de Birnam por la alta colina de Dunsinane no avance contra él.»15

«¿Quién posee el poder para movilizar un bosque, y ordenar al árbol que arranque de la tierra que le ata su raíz?»16

La inteligencia artificial generativa no puede ayudar al futuro del artista. Por ejemplo, el generador de imágenes Midjourney ofrece cuatro opciones diferentes de imagen para cada petición que se le realiza. La máquina está programada para presentar “opciones” que se limitan a funcionar y a producir en el individuo una falsa sensación de “trabajo”. Para quien asuma el rol de operador de un modelo generativo, la carga se vuelve seleccionar, mas no elegir, cuál es el resultado que más le acomoda si es o no el caso. Basta dar click para indicarle a la máquina si “hizo bien o mal” y a partir de ello cualquier modificación que el operador pida se deriva, pero nunca se “encima” pues la máquina no es capaz de sobrescribir como lo haría un ser humano, de regresar sobre sus pasos sino que, por su diseño, está construida para presentar una nueva versión, avanzar y convertir a los anteriores resultados, en el mejor de los casos, en ruido informático.

Los resultados que la inteligencia artificial generativa arroja al usuario son robos estadísticos, «correlaciones y reconocimiento de patrones, en los que, sin embargo, nada se comprende»17. En este tipo de tecnología, al trabajar mediante el lenguaje informático y el espacio latente, se elimina cualquier unión entre las partes, pues su lenguaje numérico carece de comprensión sobre los resultados de sus cálculos. Por esto, aunque cualquiera escriba By Greg Rutkowsky, 4k, HD, Cinematic light, Artstation trend… y la máquina devuelva un resultado que estadísticamente sea probable que lo satisfaga, ni uno ni el otro sabrá el porqué de lo “devuelto”. Lo anterior es prueba de que estos softwares no ayudan al artista en su oficio, no son educativos, pues solamente «gracias a la educación, el novel artista se adentra en los mitos y tradiciones de la antigua cultura. Llega a conocer sus ideales y a recibir la inspiración de los mismos. Incardinado de raíz en su cultura, sus futuras creaciones tendrán sentido pleno dentro de ella; podrán encontrar resonancia en el pueblo»18.

Con lo anterior tenemos que entender algo: la inteligencia artificial generativa no es un organismo vivo y, por lo tanto, es incapaz de dudar, de sentir la angustia, la posibilidad por la posibilidad, de experimentar todo aquello que permite a los artistas pararse en el abismo. El lienzo blanco, el bloque de piedra, la partitura, etc., son para el artista la oportunidad de saltar o no en ese abismo de posibilidades; elegir se torna entonces en un proceso que requiere de la contemplación. En el fallo y en la duda el artista cuenta con la posibilidad del retroceso y con él, el del cambio o el de la aceptación. El retroceso permite volver sobre los pasos, permite al cuerpo y a la mente entender la intención, la acción hecha, saber qué color se mezcló con cuál, qué nota se tocó después de otra. El cambio, la oportunidad, se le presenta al individuo que solo ahora es consciente del potencial, tanto de lo ya hecho como de lo que puede ser; la pincelada que sigue, no borra, pues su intención no es eliminar, no es suprimir sino perdonar, redimir. Al permitirle la posibilidad de volverse lo que puede ser, sin negar lo que es, se acepta. 

Al final de todo este proceso, el resultado que ofrezca la inteligencia artificial generativa estará a merced de lo que su operador y los dueños de ella decidan. Su destino más probable será la nada, pues «cuando el lenguaje se limita a funcionar y a producir información pierde todo esplendor»19. En última instancia, el problema de todo lo que este tipo de tecnología comunica es «una opinión preconcebida, una convicción moral o política»20 de sus desarrolladores y en ese gesto la información se transforma en producto, uno fácilmente desechable, pues millones de personas dentro de estas plataformas comparten en la red la misma experiencia, y al igual que la espuma del mar, todas esas burbujas de información solo pueden sino explotar.


5:
EL TIEMPO DE LAS COSAS O EL TIEMPO PARA VIVIR.

«Lo esencial en la vida consiste en que cada cosa suceda a su tiempo debido»21. La IA generativa nunca podrá estar a tiempo, pues solo vive en la reminiscencia, eso que ya había existido antes y en la promesa de lo que llegará. 

«Me transportó tu carta más allá del ignaro presente y siento ya el futuro en este instante»22. 

Con estas palabras, Lady Macbeth recibe a su esposo, quien a través de su carta compartió los presagios de Las Nornas con ella. La carta por sí misma, en su fisicalidad, es un primer escalón de certeza. El papel y la tinta impregnada le ofrecen a Lady Macbeth la seguridad de lo conocido, porque a través de la letra de su esposo logra ver una posibilidad, pero no todas.

Así como Macbeth a su esposa, cada uno de nosotros tiene la oportunidad de hablar con los otros, comunicarles eso que se nos ha aparecido y que nos promete las llaves del Reino; sin embargo, hay que ser precavidos, pues lo que comienza como un acercamiento buscando consuelo puede llevar a encontrarnos con alguien que no se ha tomado el tiempo de reposar las palabras de Las Nornas algorítmicas.

Habría que preguntarse ¿por qué dentro de los discursos y procesos “disruptivos” siempre se habla de “no quedarse atrás”? Frases en modalidad slogan que nos incitan a correr desesperadamente, vertiginosamente, persiguiendo un cáliz dorado al final de un arcoiris inalcanzable. «Súbete al tren!», gritan algunos. «¡No lo dejes pasar!», vociferan otros. «¡Corre!, tienes que llegar!» Llegar… ¿adónde?, ¿a qué?, ¿para qué?. Según estas grandes empresas no hay tiempo que perder y la irrupción de estas nuevas tecnologías es la salida… la respuesta prometida. ¿Por qué apreciamos la velocidad y el cambio continuo? y ¿por qué asociamos esta premura en nuestra toma de decisiones con certezas absolutas? La respuesta para Sigmund Bauman viene dictada por la moda, aquello que se presenta como un perpetuo devenir: “lo que ha de ser” o dicho en otras palabras, ese continuo progreso «Cambio que menosprecia y denigra, o en otras palabras devalúa todo lo que deja atrás para reemplazarlo por alguno nuevo»23

«De acuerdo con las creencias que instilan los mercados de consumo, el progreso es una amenaza mortal para los perezosos, los imprudentes y los flojos. El imperativo de “sumarse al progreso” o “Seguir el progreso” se inspira en el deseo de escapar al fantasma de la catástrofe personal causada por factores sociales impersonales, cuyo aliento se siente constantemente en la nuca.»24

Es mediante este continuo bombardeo ideológico, y mercadológico, que el progreso ha dejado de ser un discurso sobre el mejoramiento de la vida colectiva para volverse un discurso sobre la supervivencia, pues, cuando lo que se juega es la vida, para el mercado lo claro está en venderle a todos las “herramientas de turno” para sobrevivir en el continuo devenir. 

Regresando a la obra de Shakespeare, Macbeth continúa dudando. Duda porque ni con el reposo después de la batalla ni con el tiempo que la carta ha de tomar en llegar a su esposa ha encontrado la determinación, la respuesta a lo que debe hacer. Con un poco más de tiempo tal vez hubiera encontrado una respuesta, sin embargo, su gran error es enviar su carta. A través de ella no espera que su esposa pueda darle una respuesta, más bien intenta compartir la angustia, la pesada carga de la posibilidad. Sin embargo, la tragedia para Macbeth no es el acto que ha de llevar a cabo para ser rey, sino que no se ha dado el tiempo de ver otros caminos, otras posibilidades. Es triste, porque la carta que pretende compartir esta carga hace lo contrario. Pues él y su esposa se han desfasado, sus tiempos no son los mismos. Lady Macbeth, encandilada, elige vivir en el futuro, en las “certezas” que no se ha permitido cuestionar; no tiene tiempo de dudar ni de hablar con él sobre lo que siente, pues no ha dejado descansar las promesas de Las Nornas. Ha elegido sobre el destino de ambos, por ello le pide a Macbeth serenar su rostro, que ella habrá de ocuparse de todo. 

Para Bauman la decisión de Lady Macbeth vendría justificada por la presión que la “cultura del progreso” pone sobre todos al «exigir que adquiramos la destreza de cambiar nuestra identidad con tanta frecuencia, velocidad y eficacia como cambiamos de camisa o de medias.»25 Desafortunados eventos han de suceder para Lady Macbeth y su esposo, aun actuando el uno hacia el otro desde el cariño, no pueden sino separarse al vivir desfasados en sus tiempos. Si esto ha de sucederle a los humanos que creemos entendernos, qué nos ha de deparar nuestra relación con la máquina que poco conoce de la angustia.

«No hay límites para nuestras ambiciones y tentaciones, y en consecuencia para que crezca el ego es preciso eliminar toda restricción… se me dijo: inventate, concibe tu propia vida, acomodala como te plazca, no solo minuto a minuto sino también desde el comienzo hasta el final. Pero ¿puedo hacer eso? ¿Así nomás, sin ayuda, ensayos, pruebas, errores y correcciones, sobre todo sin vacilar?»26  

Funesto es pues el destino de nosotros los actores de la vida, pues al vivir en distinta velocidad y confiar en distintas certezas no podemos evitar más que distanciarnos del otro mientras el capital y sus corporaciones nos instrumentalizan a cualquier costo por igual.

«Si el crimen pudiera conjurar las consecuencias y lograr con el éxito aprezarlas, que tan solo este golpe pudiera serlo todo y fin de todo, aquí más solo aquí, sobre este vado a la orilla del tiempo, saltaremos a la vida futura.»27


6:
EL RUIDO Y LA FURIA / EL SILENCIO Y LA CONTEMPLACIÓN

Lástima que no todos tenemos un compañero como Bancuo que nos advierta que «Es extraño: a menudo, para arrastrarnos a la perdición, nos dicen la verdad los emisarios de las tinieblas y con fruslerías honestas nos seducen hasta hacernos traicionar lo que más apreciamos»28. Sin alguien como Bancuo a nuestro lado, tal vez lo único que podemos hacer para enfrentarnos a esta calamidad es buscar como artistas y humanos la repetición (la reconciliación y la recuperación de uno mismo, la realidad y la variedad de la existencia) en las palabras de Macbeth. Este, al verse enfrentado a la verdad completa que Las Nornas le habían negado, comienza a contemplar y a escuchar. Cuando admite para sí mismo que la vida no es más que una antorcha que ha de apagarse, una sombra que se pavonea (pues solo es la proyección de lo que no quiso ver) es cuando por fin escucha “el ruido” y se permite sentir “la furia”. Ve para él las posibilidades que Las Nornas le ocultaron. Es frente a la angustia que por fin se da cuenta de que la vida, y la obra que de ella surge, significan algo. Es cuando toma la rienda de lo que puede ser y, bajo los términos de la posibilidad por la posibilidad, decide vivir y morir «con un arnés en la espalda».29 

Los usuarios de la IA generativa lamentablemente no podrán reconciliarse mientras no se permitan escuchar y confrontar esa angustia que los movió en primer lugar, pues la utopía del progreso no ofrece comprender “el ruido” ni distinguir dentro de él las posibilidades, sino más bien hacernos sordos a la contingencia de la vida y través de falsos artilugios resolutivos, perpetuar la sordera, pues estas “herramientas” son imperfectas ya que constantemente se actualizan, cambian, encarecen, limitan y reinventan, resultado de que la utopía del progreso está en vivir la cacería.

«No hacemos más que buscar ocupaciones urgentes y agobiantes que nos impidan pensar exclusivamente en nosotros mismos, y es por eso que nos ponemos como meta algún objeto atractivo que nos cautive y nos seduzca. Deseamos escapar a la necesidad de pensar en nuestra condición infeliz: por eso preferimos la caza a la captura.»30

Siendo esta tecnología insuficiente en sí misma, incapaz de “ser”, ¿cómo podría entonces la IA generativa ser una solución definitiva y radical para todos los problemas humanos?


EPÍLOGO

«Solo el silencio nos vuelve capaces de decir algo inaudito. La obligación de comunicar, por el contrario, nos conduce a la reproducción de lo igual».31 

La inteligencia artificial generativa en su estado actual, solo exponencializa un problema que, si bien lleva tiempo existiendo, los medios de comunicación y las redes sociales han acentuando progresivamente bajo la ilusión de conseguir que la gente se exprese: Nos hemos convertido en parlantes del yo, solo existimos mientras nos expresamos, pero ya no nos detenemos a escuchar, a permitir hacer presente al otro. 

Reconciliarse con uno mismo ya es tarea difícil, si no lo es más, reconciliarse con el otro; disminuir el paso de uno, acelerar el paso de ese otro, encontrar un punto medio donde se pueda caminar juntos, ha de ser la misión a la que hemos de aspirar. Las aves, más sabias que nosotros, solo atraviesan el mar cuando vuelan juntas e incluso los árboles que ya dominan el arte de contemplar, en su inanición, se conectan con su entorno a través de sus raíces, son ellos quienes ofrecen al ave su rama para descansar, su tronco para anidar. 

El ansia de contar esa historia que guarda nuestro pecho nos ha hecho olvidarnos de lo que ya está dicho. No es que debamos permanecer mudos, pero es que si «Hoy nos comunicamos de forma tan compulsiva y excesiva es porque estamos solos y notamos un vacío, esta hipercomunicación (…) solo hace más honda la soledad, porque nos hace falta la presencia del otro.»32

El mayor consuelo que podemos tener es que esa puesta en escena llamada vida, que nos toca representar ya sea como extras o protagonistas, no siempre fue esta tragedia algorítmica en desarrollo, perfeccionamiento o continuo “fine tuning” ni tiene por qué serlo. Aun cuando Las Nornas de los cálculos binarios y los amos de los oráculos artificiales se empeñen en lo contrario; aún en este escenario amorfo, aún tenemos el consuelo de creer en otra posibilidad, dándonos el tiempo de ver otros caminos sin dejarnos encandilar por falsas “certezas”. Tenemos siempre la posibilidad de elegir qué decir, qué hacer y qué ser. Tenemos siempre la posibilidad de elegirnos. Tenemos siempre la posibilidad de protagonizar nuestra obra, que para bien o para mal será nuestra para interpretar y dirigir, aquella de la que no nos creíamos capaces de realizar: «escuchemos un canto, contemplemos una flor ¡ojalá no se marchite nunca!»33


The Tragedy of Macbeth – 2021 – Director: Joel Coen – Director of Photography: Bruno Delbonnel

• Ensayo escrito por Axel Uriel González Pérez, artista visual. Maestro en Arte Conceptual y Guion Gráfico. Representante del colectivo Arte es Ética en México.
• Revisión y corrección: Nia Soler, ilustradora, artista visual y escritora. Representante del colectivo Arte es Ética en España / Naida Jazmin Ochoa, diseñadora gráfica, ilustradora. Coordinadora del colectivo Arte es Ética. Encargada además del diseño y maquetación web.

BIBLIOGRAFÍA Y REFERENCIAS

10,  Bauman, Zygmunt. El arte de la vida: De la vida como obra de arte. Edited by Espasa Libros, S. L. U. España, translated by Dolors Udina, 2023 ed., México, Paidos, 2017.

23, 24, 25, 26, 30 Bauman, Zygmunt. La cultura en el mundo de la modernidad líquida. Translated by Lilia Mosconi, Fondo de Cultura Económica de España, S.L., 2013. Accessed 4 July 2025.

11 Bauman, Zygmunt. Work, Consumerism and the New Poor. 2004 ed., Open University Press, 1998. La vocación como privilegio | por Zygmunt Bauman, https://www.bloghemia.com/2021/06/la-vocacion-como-privilegio-por-zygmunt.html. Accessed 6 Mayo 2024.

14 Chomsky, Noam. “Opinion | Noam Chomsky: The False Promise of ChatGPT (Published 2023).” The New York Times, 8 March 2023, https://www.nytimes.com/2023/03/08/opinion/noam-chomsky-chatgpt-ai.html. Accessed 24 July 2025.

17, 20, 32 Han, Byung-Chul. No-Cosas. Quiebras del Mundo de Hoy / Non-Things: Upheaval in the Lifeworld. 2024 ed., Penguin Random House Grupo Editorial, 2023.

19, 31 Han, Byung-Chul. Vida Contemplativa: Elogio de la Inactividad / Contemplative Life: a Praise to Idleness. 2024 ed., Penguin Random House Grupo Editorial, 2023.

3, 4 Kierkegaard, Søren. El concepto de la angustia. Translated by Demetrio Gutiérrez Rivero, 2022 ed., Alianza Editorial, 2013.

1, 6, 21 Kierkegaard, Søren. La repetición. Edited by Demetrio Gutiérrez Rivero, translated by Demetrio Gutiérrez Rivero, Segunda edición ed., Alianza Editorial, 2018.

5 Kierkegaard, Søren. Temor y temblor. Edited by Vicente Simón Merchán, translated by Vicente Simón Merchán, 2021 ed., Alianza Editorial, 2001.

2 Kierkegaard, Soren. TRATADO DE LA DESESPERACIÓN: Soren Kierkegaard. Lebooks Editora, 2022. Accessed 24 July 2025.

18, 33 León-Portilla, Miguel. Los Antiguos Mexicanos a Traves de Sus Cronicas y Cantares. 2018 ed., Fondo de Cultura Economica USA, 2015.

7, 8, 9, 12, 13, 15, 16, 22, 27, 28, 29 William, Shakespeare. Macbeth. Primera ed., MIRLO EDICIONES, 2018.